Recuerdo haber escuchado alguna vez a un conocido mío, que decía que los títulos académicos no eran relevantes, sino que lo importante era el conocimiento, idea que comparto parcialmente, pues siempre es gratificante coronar el trabajo realizado durante un período, con un título de graduación. Ricardo Brull es uno de los músicos más talentosos que se graduaron en este año 2007, del Departamento de Clásico del Conservatorio de Música de Puerto Rico y en directo, es sencillamente portentoso verle armado con su instrumento, el piano, con el cual recitó obras de grandes compositores como Bach, Brahms, Beethoven y Granados.
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Tocar un recital de graduación, es quizás el momento más anhelado por todo estudiante profesional de música. Es una meta, un logro y una satisfacción por todo el esfuerzo dedicado a este arte tan preciado, que es la música. Sin embargo, al estudiar un bachillerato en música, tantas horas de estudio, pegado al instrumento, son sólo el comienzo para poder llegar a conocer a fondo el lenguaje musical universal. Conversando con mi padre, quien es un extraordinario músico que cuenta con varias décadas de experiencia, le cuestioné sobre su etapa de estudiante, y me respondió sin vacilar: “la música es como la medicina. Incesantemente, aparecen nuevos antídotos para las nuevas y viejas enfermedades, y hay que seguirlas estudiando...”
Tocar un recital de graduación, es quizás el momento más anhelado por todo estudiante profesional de música. Es una meta, un logro y una satisfacción por todo el esfuerzo dedicado a este arte tan preciado, que es la música. Sin embargo, al estudiar un bachillerato en música, tantas horas de estudio, pegado al instrumento, son sólo el comienzo para poder llegar a conocer a fondo el lenguaje musical universal. Conversando con mi padre, quien es un extraordinario músico que cuenta con varias décadas de experiencia, le cuestioné sobre su etapa de estudiante, y me respondió sin vacilar: “la música es como la medicina. Incesantemente, aparecen nuevos antídotos para las nuevas y viejas enfermedades, y hay que seguirlas estudiando...”
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Aún cuando era sábado, la sala de conciertos Jesús María Sanromá del Conservatorio, lucía desierta minutos antes de que comenzara el recital, hacía mucho calor, la iluminación era escueta y no se podía distinguir con claridad al ejecutante. Sin embargo, el concierto comenzó puntual a las 19:30 horas.
Aún cuando era sábado, la sala de conciertos Jesús María Sanromá del Conservatorio, lucía desierta minutos antes de que comenzara el recital, hacía mucho calor, la iluminación era escueta y no se podía distinguir con claridad al ejecutante. Sin embargo, el concierto comenzó puntual a las 19:30 horas.
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Ricardo salió a escena vestido de smoking, con una actitud un tanto tímida y silenciosa, y en su rostro se dibujaba una leve sonrisa nerviosa. Su estilo frente al piano podía revelar a primera vista su excelente técnica. Comenzó el concierto con la Partita No. 6 de Juan Sebastián Bach. Se notaba cierto nerviosismo en su avance a través de las enredadas melodías polifónicas de Bach. La Toccata, la Allemanda y la Corente, sonaron un poco planas sin mucho matiz. En cambio, el Aria, la Zarabanda, la Gavotte y la Gigue fueron tratadas con mucha mayor dinámica, liberándose de ese delicioso y obligado estrés inicial que inunda a cualquier artista antes de comenzar la función. A continuación, realizó una excelente ejecución de la Rapsodia Num.2 en Sol menor, op.79 de Johannes Brahms. Con decisión y firmeza sobrellevó la pieza, aplicando con corrección las dinámicas en los fortes y pianos llegando con convicción al final de la primera parte.
Ricardo salió a escena vestido de smoking, con una actitud un tanto tímida y silenciosa, y en su rostro se dibujaba una leve sonrisa nerviosa. Su estilo frente al piano podía revelar a primera vista su excelente técnica. Comenzó el concierto con la Partita No. 6 de Juan Sebastián Bach. Se notaba cierto nerviosismo en su avance a través de las enredadas melodías polifónicas de Bach. La Toccata, la Allemanda y la Corente, sonaron un poco planas sin mucho matiz. En cambio, el Aria, la Zarabanda, la Gavotte y la Gigue fueron tratadas con mucha mayor dinámica, liberándose de ese delicioso y obligado estrés inicial que inunda a cualquier artista antes de comenzar la función. A continuación, realizó una excelente ejecución de la Rapsodia Num.2 en Sol menor, op.79 de Johannes Brahms. Con decisión y firmeza sobrellevó la pieza, aplicando con corrección las dinámicas en los fortes y pianos llegando con convicción al final de la primera parte.
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El público, que lamentablemente, no sobrepasaba una veintena, estaba integrado por familiares, maestros y compañeros de clase quienes ovacionaron su ejecución. La segunda parte tardó en comenzar un poco más de lo previsto, debido a que en la avenida Roosevelt, se encontraba un automóvil con bocinas gigantes, promocionando un concierto del cantante Chayanne, el cual comenzaría más tarde en el estadio situado a un costado del Conservatorio.
El público, que lamentablemente, no sobrepasaba una veintena, estaba integrado por familiares, maestros y compañeros de clase quienes ovacionaron su ejecución. La segunda parte tardó en comenzar un poco más de lo previsto, debido a que en la avenida Roosevelt, se encontraba un automóvil con bocinas gigantes, promocionando un concierto del cantante Chayanne, el cual comenzaría más tarde en el estadio situado a un costado del Conservatorio.
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El concierto continuó con la Sonata en Do Mayor, op.53 de Ludwig Van Beethoven. En sus tres movimientos, Allegro Con Brío, Adagio molto y el Prestísimo, fue un buen reto para Ricardo quien con todo y el ruido exterior, logró una gran concentración para ejecutar las obras que restaban. La última obra fue Quejas a la Maja y el Ruiseñor del compositor español Enrique Granados. Un pieza de tempo Lento y Rubato, con tintes impresionistas que me recordaron rápidamente a Debussy.
El concierto continuó con la Sonata en Do Mayor, op.53 de Ludwig Van Beethoven. En sus tres movimientos, Allegro Con Brío, Adagio molto y el Prestísimo, fue un buen reto para Ricardo quien con todo y el ruido exterior, logró una gran concentración para ejecutar las obras que restaban. La última obra fue Quejas a la Maja y el Ruiseñor del compositor español Enrique Granados. Un pieza de tempo Lento y Rubato, con tintes impresionistas que me recordaron rápidamente a Debussy.
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El programa escogido por Ricardo para su recital de graduación, es de un alto grado de dificultad para piano solo, sobretodo porque tocó de memoria y requiere de un alto grado de concentración. Dejó entrever su buen gusto por la música de diferentes épocas desde el barroco hasta el impresionismo. La ejecución de Ricardo fue excelente, el público lo ovaciono de pie, aunque hubiera sido bueno que preparara un encore que respondiera a los múltiples aplausos. Muchos músicos se gradúan cada año del Conservatorio de Música de Puerto Rico son muestra del excelente nivel académico que hay en esta institución y para mí, ejemplo y motivación.
El programa escogido por Ricardo para su recital de graduación, es de un alto grado de dificultad para piano solo, sobretodo porque tocó de memoria y requiere de un alto grado de concentración. Dejó entrever su buen gusto por la música de diferentes épocas desde el barroco hasta el impresionismo. La ejecución de Ricardo fue excelente, el público lo ovaciono de pie, aunque hubiera sido bueno que preparara un encore que respondiera a los múltiples aplausos. Muchos músicos se gradúan cada año del Conservatorio de Música de Puerto Rico son muestra del excelente nivel académico que hay en esta institución y para mí, ejemplo y motivación.
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Samuel Martínez Herrera.