domingo, 27 de mayo de 2007

RECITAL DE GRADUACIÓN DE RICARDO BRULL

Recuerdo haber escuchado alguna vez a un conocido mío, que decía que los títulos académicos no eran relevantes, sino que lo importante era el conocimiento, idea que comparto parcialmente, pues siempre es gratificante coronar el trabajo realizado durante un período, con un título de graduación. Ricardo Brull es uno de los músicos más talentosos que se graduaron en este año 2007, del Departamento de Clásico del Conservatorio de Música de Puerto Rico y en directo, es sencillamente portentoso verle armado con su instrumento, el piano, con el cual recitó obras de grandes compositores como Bach, Brahms, Beethoven y Granados.
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Tocar un recital de graduación, es quizás el momento más anhelado por todo estudiante profesional de música. Es una meta, un logro y una satisfacción por todo el esfuerzo dedicado a este arte tan preciado, que es la música. Sin embargo, al estudiar un bachillerato en música, tantas horas de estudio, pegado al instrumento, son sólo el comienzo para poder llegar a conocer a fondo el lenguaje musical universal. Conversando con mi padre, quien es un extraordinario músico que cuenta con varias décadas de experiencia, le cuestioné sobre su etapa de estudiante, y me respondió sin vacilar: “la música es como la medicina. Incesantemente, aparecen nuevos antídotos para las nuevas y viejas enfermedades, y hay que seguirlas estudiando...”
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Aún cuando era sábado, la sala de conciertos Jesús María Sanromá del Conservatorio, lucía desierta minutos antes de que comenzara el recital, hacía mucho calor, la iluminación era escueta y no se podía distinguir con claridad al ejecutante. Sin embargo, el concierto comenzó puntual a las 19:30 horas.
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Ricardo salió a escena vestido de smoking, con una actitud un tanto tímida y silenciosa, y en su rostro se dibujaba una leve sonrisa nerviosa. Su estilo frente al piano podía revelar a primera vista su excelente técnica. Comenzó el concierto con la Partita No. 6 de Juan Sebastián Bach. Se notaba cierto nerviosismo en su avance a través de las enredadas melodías polifónicas de Bach. La Toccata, la Allemanda y la Corente, sonaron un poco planas sin mucho matiz. En cambio, el Aria, la Zarabanda, la Gavotte y la Gigue fueron tratadas con mucha mayor dinámica, liberándose de ese delicioso y obligado estrés inicial que inunda a cualquier artista antes de comenzar la función. A continuación, realizó una excelente ejecución de la Rapsodia Num.2 en Sol menor, op.79 de Johannes Brahms. Con decisión y firmeza sobrellevó la pieza, aplicando con corrección las dinámicas en los fortes y pianos llegando con convicción al final de la primera parte.
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El público, que lamentablemente, no sobrepasaba una veintena, estaba integrado por familiares, maestros y compañeros de clase quienes ovacionaron su ejecución. La segunda parte tardó en comenzar un poco más de lo previsto, debido a que en la avenida Roosevelt, se encontraba un automóvil con bocinas gigantes, promocionando un concierto del cantante Chayanne, el cual comenzaría más tarde en el estadio situado a un costado del Conservatorio.
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El concierto continuó con la Sonata en Do Mayor, op.53 de Ludwig Van Beethoven. En sus tres movimientos, Allegro Con Brío, Adagio molto y el Prestísimo, fue un buen reto para Ricardo quien con todo y el ruido exterior, logró una gran concentración para ejecutar las obras que restaban. La última obra fue Quejas a la Maja y el Ruiseñor del compositor español Enrique Granados. Un pieza de tempo Lento y Rubato, con tintes impresionistas que me recordaron rápidamente a Debussy.
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El programa escogido por Ricardo para su recital de graduación, es de un alto grado de dificultad para piano solo, sobretodo porque tocó de memoria y requiere de un alto grado de concentración. Dejó entrever su buen gusto por la música de diferentes épocas desde el barroco hasta el impresionismo. La ejecución de Ricardo fue excelente, el público lo ovaciono de pie, aunque hubiera sido bueno que preparara un encore que respondiera a los múltiples aplausos. Muchos músicos se gradúan cada año del Conservatorio de Música de Puerto Rico son muestra del excelente nivel académico que hay en esta institución y para mí, ejemplo y motivación.
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Samuel Martínez Herrera.

jueves, 5 de abril de 2007

DAVID SÁNCHEZ - La leyenda del Cañaveral.


La leyenda del cañaveral hizo brotar el sonido de los ancestros en su estreno mundial la noche del sábado 24 de marzo a las 20 horas, en la Sala René Marqués del Centro de Bellas Artes, bajo la dirección del gran saxofonista puertorriqueño David Sánchez. Una obra de carácter multidisciplinario, donde se reúnen poesía, música y plástica. El magistral saxofonista originario de Guaynabo estuvo acompañado por excelentes músicos de fama internacional como Robert Rodríguez en el piano, Lage Lund en la guitarra, Ben Street en el bajo, Adam Cruz en la batería y Paoli Mejías, percusión. También estuvieron el artista Nelson Sambolín y el poeta de calle Ikol Santiago, quienes contribuyeron a entrelazar el color y la palabra, con el sonido que inundó de magia una sala que lucía a sus tres cuartas partes de capacidad.
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Musicalizar un texto no es una tarea fácil, sobretodo cuando se trata de un poema histórico que demanda elementos folklóricos debido a su contenido por lo que, como compositor, hay que adentrarse en la naturaleza del folklore para poder entenderlo y así crear una música que no pierda su esencia al llevarse a un contexto jazzístico.
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El poema, titulado Melaza, fue escrito por Margarita Sánchez - hermana de David - inspirada en un álbum de este último que lleva el mismo nombre. En base a este poema, en el cual se describe la historia de los ancestros de Puerto Rico, refiriéndose a los esclavos traídos desde África al Caribe para trabajar en las plantaciones de la caña, David hace gala de su faceta como compositor al amalgamar magistralmente ritmos y sonoridades inspiradas en la música del este de Camerún, Tanzania y por supuesto el jazz. Sánchez es uno de los jazzistas más reconocidos en el mundo actualmente y en este trabajo lo manifiesta notablemente.
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El concierto inició en un formato de cuarteto con guitarra, bajo, batería y saxofón. La primera pieza, obra de David, se llamó Paz para Vieques, sin música impresa enfrente, con improvisaciones que fluían entre líneas melódicas suaves y tenues sobre una armonía modal y variada. La segunda, se llamó Alma Brasileira, que es el cuarto movimiento extraído de una serie de piezas tituladas Bachianas del compositor brasileño Héctor Villalobos, por su influencia polifónica en Juan Sebastián Bach y en la música urbana brasileña. En contraste, el concierto continuó con una bellísima balada del brasileño Edu Lobo: Pra Dizer Adeus. Una melodía fresca y delicada que David manejó con sutileza. En seguida, Woody’n You del legendario trompetista John “Dizzy” Gillespie, sacudió el ambiente con improvisaciones violentas llenas de colorido e intensidad.
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Adoración, de Eddie Palmieri, fue un excelente número para presentar al pianista Robert Rodríguez quien tuvo el momento de demostrar una técnica impecable en el piano así como un lenguaje jazzístico notable.

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Así, llegó el momento que todo el público esperaba: el estreno de la obra que, como Sánchez explicó, le fue comisionada por la prestigiosa American Chamber Music. David habló con mucha claridad sobre el origen de la obra y enseguida presentó a los artistas invitados. La pieza comenzó con Paoli manejando las diversas percusiones y accesorios con misterio, creando sonoridades evocando una tormenta. Sánchez y los demás músicos se fueron incorporando hasta llegar a un pianissimo y así dar espacio a Ikor Santiago con la primera parte del poema.

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El tema principal, con medidas rítmicas irregulares y polirritmos, se desarrollaba con motivos melódicos que por momentos aparecían en el saxofón o la guitarra y en ocasiones eran respondidos por el piano y el bajo logrando un colorido sonoro muy especial, al mismo tiempo que el maestro Sambolín se inspiraba frente al lienzo. Iniciaron las improvisaciones de todos, incluyendo Santiago quien tuvo su segunda intervención dejando en claro su tradición hacia el rap y el Hip Hop. El final fue muy efectivo, con sonidos diluyéndose como cuando termina la tormenta. Los músicos se distinguieron por una interpretación sin excesos y muy expresiva, recibiendo la ovación del público que, salvo la interrupción de dos o tres tonos de celular, tuvo un comportamiento propicio.

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Desde mi punto de vista, la obra reunió los elementos necesarios para transportarnos a través de diferentes culturas. El folklore, es una fuente inagotable de recursos para la composición desde hace siglos y a pesar de eso creo que los compositores seguirán esa línea en un futuro próximo ya que vivimos épocas en las que la música ha llegado a un nivel de desarrollo muy amplio y éste tiene mucho que aportar aún en las siguientes generaciones.
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Samuel Martínez Herréra.

jueves, 22 de febrero de 2007

Jazz Sinfónico - Concierto con maestros del Departamento de Jazz y clásico del conservatorio de San Juan de Puerto Rico.

JAZZ SINFÓNICO
Samuel Martínez Herrera
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El domingo 11 de febrero de 2007, se celebró en la sala Jesús M. Sanromá, el concierto titulado Jazz Sinfónico, con la participación de maestros del Departamento de Jazz y Clásico del Conservatorio de Música de Puerto Rico, así como un combinado de alumnos de dicha institución. En este concierto se ejecutaron obras de Antonio Carlos Jobim, Richard Rodgers, Henry Mancini, Duke Ellington, Eddie Gómez y Marco Pignataro. Los arreglos orquestales fueron realizados por el compositor Armando L. Ramirez, quien demostró tener un claro conocimiento en las técnicas de la composición de ambos estilos: el Jazz y la Música Clásica. Este evento tiene una importancia especial debido a que se expuso el trabajo musical de ambos departamentos en el Conservatorio.
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La música de Jazz ha estado expuesta a un sinnúmero de fusiones desde la década de los años 30. Cada vez con mayor intensidad, los músicos experimentaron con distintos tipos de folklore como la música cubana, puertorriqueña, brasileña, etcétera. Al aplicar las técnicas de la composición clásica, se contribuyó en demasía a que hoy el Jazz sea, para muchos, el folklore más evolucionado del mundo.
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El concierto comenzó con una pieza de el maestro Marco Pignataro titulada My Journey to You. Luis Marín en el piano, Gabriel Rodríguez en el bajo, Fidel Morales en la batería y dirigiendo la sección de cuerdas Emmanuel Olivieri. Todos ellos maestros del Conservatorio. El segundo número fue uno de los standards de la música brasileña, How Insensitive de Antonio C.
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Jobim. En seguida subió a escena el maestro Luis “Perico” Ortiz, maestro de trompeta en residencia y ejecutó My Funny Valentine y The Days of Wine and Roses, de Richard Rodgers y Henry Macini respectivamente. La segunda mitad tuvo temas como Forever de Eddie Gómez, Homesick de Marco Pignataro y finalizando con In a Sentimental Mood del legendario Duke Ellington.
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La primera parte de concierto no fue muy balanceada en cuanto al volumen entre el cuarteto de Jazz y la Orquesta de Cuerdas, sin embargo, se fue logrando obtener el control de acuerdo a las limitaciones de acústica que tiene la sala. En algunos temas se consiguió un diálogo muy evidente entre los músicos, sobretodo cuando la improvisación hacía su aparición, como cuando dos personas se reúnen a conversar sobre el mismo tema.
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El público que, ocupó poco más de la mitad de la sala, tuvo una reacción muy positiva. Conforme avanzaba el evento se notaba cada vez más emocionado, hasta la última pieza en la que aplaudió de pié, tanto a los músicos, como al arreglista que se encontraba entre el público.
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Personalmente, disfruté mucho el programa. Los arreglos me parecieron muy buenos. Con sobriedad y buen gusto, recordando a grandes trabajos que se han hecho en este formato como Miles Davis y Gil Evans, Bill Evans, Charlie Parker, entre muchos otros.
Pienso que deben repetirse este tipo de conciertos no solo en el Conservatorio sino en otros sitios culturales de Puerto Rico y así mostrar este estilo de composición en lugares donde no se conoce y que el público seguramente apreciará, como quedó demostrado en este domingo de “Conciertos en Familia”.
Samuel Martínez Herrera.