jueves, 5 de abril de 2007

DAVID SÁNCHEZ - La leyenda del Cañaveral.


La leyenda del cañaveral hizo brotar el sonido de los ancestros en su estreno mundial la noche del sábado 24 de marzo a las 20 horas, en la Sala René Marqués del Centro de Bellas Artes, bajo la dirección del gran saxofonista puertorriqueño David Sánchez. Una obra de carácter multidisciplinario, donde se reúnen poesía, música y plástica. El magistral saxofonista originario de Guaynabo estuvo acompañado por excelentes músicos de fama internacional como Robert Rodríguez en el piano, Lage Lund en la guitarra, Ben Street en el bajo, Adam Cruz en la batería y Paoli Mejías, percusión. También estuvieron el artista Nelson Sambolín y el poeta de calle Ikol Santiago, quienes contribuyeron a entrelazar el color y la palabra, con el sonido que inundó de magia una sala que lucía a sus tres cuartas partes de capacidad.
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Musicalizar un texto no es una tarea fácil, sobretodo cuando se trata de un poema histórico que demanda elementos folklóricos debido a su contenido por lo que, como compositor, hay que adentrarse en la naturaleza del folklore para poder entenderlo y así crear una música que no pierda su esencia al llevarse a un contexto jazzístico.
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El poema, titulado Melaza, fue escrito por Margarita Sánchez - hermana de David - inspirada en un álbum de este último que lleva el mismo nombre. En base a este poema, en el cual se describe la historia de los ancestros de Puerto Rico, refiriéndose a los esclavos traídos desde África al Caribe para trabajar en las plantaciones de la caña, David hace gala de su faceta como compositor al amalgamar magistralmente ritmos y sonoridades inspiradas en la música del este de Camerún, Tanzania y por supuesto el jazz. Sánchez es uno de los jazzistas más reconocidos en el mundo actualmente y en este trabajo lo manifiesta notablemente.
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El concierto inició en un formato de cuarteto con guitarra, bajo, batería y saxofón. La primera pieza, obra de David, se llamó Paz para Vieques, sin música impresa enfrente, con improvisaciones que fluían entre líneas melódicas suaves y tenues sobre una armonía modal y variada. La segunda, se llamó Alma Brasileira, que es el cuarto movimiento extraído de una serie de piezas tituladas Bachianas del compositor brasileño Héctor Villalobos, por su influencia polifónica en Juan Sebastián Bach y en la música urbana brasileña. En contraste, el concierto continuó con una bellísima balada del brasileño Edu Lobo: Pra Dizer Adeus. Una melodía fresca y delicada que David manejó con sutileza. En seguida, Woody’n You del legendario trompetista John “Dizzy” Gillespie, sacudió el ambiente con improvisaciones violentas llenas de colorido e intensidad.
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Adoración, de Eddie Palmieri, fue un excelente número para presentar al pianista Robert Rodríguez quien tuvo el momento de demostrar una técnica impecable en el piano así como un lenguaje jazzístico notable.

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Así, llegó el momento que todo el público esperaba: el estreno de la obra que, como Sánchez explicó, le fue comisionada por la prestigiosa American Chamber Music. David habló con mucha claridad sobre el origen de la obra y enseguida presentó a los artistas invitados. La pieza comenzó con Paoli manejando las diversas percusiones y accesorios con misterio, creando sonoridades evocando una tormenta. Sánchez y los demás músicos se fueron incorporando hasta llegar a un pianissimo y así dar espacio a Ikor Santiago con la primera parte del poema.

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El tema principal, con medidas rítmicas irregulares y polirritmos, se desarrollaba con motivos melódicos que por momentos aparecían en el saxofón o la guitarra y en ocasiones eran respondidos por el piano y el bajo logrando un colorido sonoro muy especial, al mismo tiempo que el maestro Sambolín se inspiraba frente al lienzo. Iniciaron las improvisaciones de todos, incluyendo Santiago quien tuvo su segunda intervención dejando en claro su tradición hacia el rap y el Hip Hop. El final fue muy efectivo, con sonidos diluyéndose como cuando termina la tormenta. Los músicos se distinguieron por una interpretación sin excesos y muy expresiva, recibiendo la ovación del público que, salvo la interrupción de dos o tres tonos de celular, tuvo un comportamiento propicio.

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Desde mi punto de vista, la obra reunió los elementos necesarios para transportarnos a través de diferentes culturas. El folklore, es una fuente inagotable de recursos para la composición desde hace siglos y a pesar de eso creo que los compositores seguirán esa línea en un futuro próximo ya que vivimos épocas en las que la música ha llegado a un nivel de desarrollo muy amplio y éste tiene mucho que aportar aún en las siguientes generaciones.
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Samuel Martínez Herréra.